Va a hacer un año de mi blog.
Éste blog comenzó en la habitación de un hospital, a mi
marido le iban a extraer la vesícula. Nos citaron con muchísima antelación,
igual estuvimos en esa habitación 4 horas antes de que se lo llevaran. El
jugaba a algo para distraerse, mi suegra comunicaba lo que pasaba y “no pasaba”
a familiares y amig@s, y yo comenzaba éste blog…
La intervención se suponía corta y rápida y la estancia en
el hospital también. Se llevaron a mi marido y podíamos quedarnos en la
habitación, y así estuvimos un rato, cada una enfrascada en lo suyo. Al de un
rato fuimos a tomar algo para que se nos pasara el tiempo más rápido, y entre
llamada y llamada, mensaje y mensaje, hablamos de él… El es una persona
excepcional… En cualquier circunstancia, ante cualquier persona, no pasa
desapercibido. Con su atención, con sus modales, marca su huella en la memoria
de cada persona que se cruza en su vida. El es conocedor de sus virtudes, y de
sus defectos, y sabe que puede compensar los unos con las otras. El tiene
inteligencia emocional innata. Y así, hablando de él, pasó una hora que se lo
habían llevado a quirófano y tenía que estar ya a punto de volver…
Volvimos a la habitación, y al poco entró el médico vestido con
la ropa de quirófano, y nos contó que con la anestesia se le había desencadenado
una bradicardia y que tenía que quedarse en la UCI, que tenía que estar 24
horas allí, que había sido bastante grave, los procedimientos de visitas de la
UCI y que podíamos verle antes de irnos…
Sentí de repente la soledad más grande del mundo, iba a ver
a mi marido cinco minutos, y luego ya no podría verle, ni hablar con él hasta
el día siguiente… Y así fue… Fuimos a la UCI, y allí estaba despierto, con
mascarilla, los ojos inyectados en sangre y pálido. Sabía lo que le había
pasado y que se quedaba allí, nos dijo muchas veces que nos quería. Tuve que
dejarle allí, e ir a nuestra casa sola. El viaje se me hizo eterno, porque no
quería llorar ni pensar en él conduciendo. Cuando llegué a casa y en lo alto de
las escaleras, como siempre, me esperaba nuestro perrito, fui hacia él, le abracé,
y pude empezar a llorar como llevaba todo el viaje queriendo hacer.
Esa noche fue la más larga de mi vida. No paré de llorar, no
pude dormir… Intenté hacer todo con normalidad, cenar algo, leer y dormir, pero
no pudo ser. Mis pensamientos me torturaban… Sobre todo estaban relacionados
con su salud, sobre si estaría bien, yo
miraba el móvil continuamente, que no estuviese en silencio, que tuviese batería,
por si acaso me tenían que llamar, aunque sabía que lo mejor que nos podía
pasar es que esa noche no me llamaran… Yo sabía que no podía llamar a la UCI,
pero a las 3 o 4 de la madrugada, pensando que si me decían que estaba bien,
podría dormir, llamé yo y supliqué que me dijeran algo… Un ángel de enfermera,
tras mucho insistir, me dijo que aunque ella no me estaba diciendo nada, mi
marido estaba bien, y que me tomara una tila… Ni con esas pude dormir… Pensaba
en él allí solito, en nuestra vida juntos, en lo que le gustaba nuestra nueva
casa, en que cambiar de un piso a nuestra casita era lo único bueno que
habíamos logrado en los últimos años, y cómo no… pensaba en los 4 tratamientos
que nos habíamos hecho ese 2012, en la alta de la SS sin embarazo, en lo fuerte
que fue al aceptar el cambio a semen de donante, en nuestro único embarazo
bioquímico, en 3 IAs sin resultado… Pensaba en cuánto hacia que no íbamos de
vacaciones…
Y pensaba, que no se me vaya, por favor, sin saber si está
arrepentido de toda ésta vorágine en la que estamos inmersos sin final feliz…
Cuando ya supe que de ninguna de las maneras iba a dormir
esa noche hice una maleta, cogí a mi perro y me fui a casa de mis padres. Creo
que sobre las 7 de la mañana ya estaba allí sentada en el salón con toda mi
familia. Lo único que sabía que ese día me deparaba era una visita a las 12 a
la UCI en la que ya nos dirían. Por suerte en ese visita todo fue bien, le
subieron a planta, y al día siguiente nos fuimos a nuestra casa. A los 2 o 3
días de estar en casa, poco a poco, tras contarle todo lo relacionado con lo
que le había pasado, las reacciones de la gente, lo que nos había dicho en la
UCI… le conté sobre mis pensamientos más profundos, y me dijo, que no cambiaría
nada de lo que habíamos vivido juntos hasta esa horrible noche, y que quería
seguir luchando por nuestro sueño, así, sin más, aunque sigamos sin vacaciones…
Y así nació este blog y volvió la paz a mi vida…