Hoy quiero escribir sobre un estado emocional que no se cómose llamará y por el que algunas habréis pasado y otras no…
Este estado emocional esta relacionado con los periodos de espera entre tratamientos sea por el motivo que sea (lista de espera de la seguridad social, tener que esperar para ahorrar, tener que lidiar con algún problema físico puntual que retrase el poder hacerse un tratamiento cuando se quiere…), y con la experiencia de haber pasado por ello ya varias veces…
Es un estado emocional positivo, bueno, de calma… Llega unos meses después de haber pasado por algún tratamiento (con todos los cambios emocionales que conlleva) y con resultado negativo (con toda la tristeza, rabia e impotencia que conlleva). No puedo aventurarme a poner cuantos meses, depende, pero puede andar entre 2 y 3…
Y consiste en saberse y sentirse otra vez una misma, haber recuperado la normalidad en la vida, en la relación de pareja, en las rutinas… Haber asimilado lo que ha pasado…
Es un estado emocional frágil y temporal, porque se sabe que con la llegada del tratamiento se va a perder, por la vorágine que de por sí trae el tratamiento (ilusión, estrés, sentido de la responsabilidad, miedo, dolor, alegría, desesperación…). Y da un poco de pereza salir de él porque se repita la experiencia de que el tratamiento no funcione…
La esperanza de que el tratamiento sí funcione hace poder correr el riesgo de tener que salir de él…
Por otra parte digo que es frágil porque piensas: “¿Podría en el mismo espacio de tiempo, en el caso de afrontar un último tratamiento, con resultado negativo, sentirme así en 2 o 3 meses?”. La respuesta no se sabe,pero seguramente es NO y asumir el último tratamiento lleve un proceso diferente que no es posible imaginarse si no se ha vivido…